El jardín romántico
La importancia del jardín francés decae al final del siglo XVIII con
la aparición del llamado jardín de estilo inglés o jardín romántico.
Es un jardín que nace fruto de la nueva corriente del Romanticismo.
Frente a la rigidez y estructuración del Renacentismo o
neoclasicismo, el Romanticismo aboga por una mayor inspiración en la
naturaleza, la importancia de lo popular o lo exótico. El
romanticismo reniega de los clásicos y vuelve su vista hacia la Edad
Media.
Esta nueva visión de la realidad tiene su influencia en el
paisajismo y queda reflejada en el jardín romántico. Este jardín
pretende imitar los paisajes naturales. El juego de simetrías de los
periodos anteriores deja paso a un estudiado descuido que crea la
apariencia de una naturaleza aparentemente anárquica. Los parterres
son eliminados. En su lugar, se crean espacios abiertos semejantes a
praderas que sustituyen las largas avenidas de los modelos italianos
o franceses anteriores.
Los caminos, anteriormente rectilíneos, son transformados en
senderos tortuosos y las amplias praderas se motean al azar con
árboles o arbustos. Todavía se mantienen amplios parterres, pero
estos dejan de estar delimitados por setos y se funden con el resto
de la vegetación. Se crean lagos artificiales y riachuelos que
otorgan a los nuevos jardines un aspecto silvestre.
La admiración por lo medieval se manifiesta en la introducción de
elementos de este periodo como aparentes castillos o creación de
falsas ruinas dentro del jardín. Pueden aparecer también templos
clásicos o elementos orientales que le dan su toque exótico como
puentes o templetes orientales, toques de vegetación de estilo
japonés o asiático con arces, bambús, puentes y riachuelos u otros
detalles de oriente.